Espero que esta enseñanza de mi amigo Juan Ignacio, pueda servir de alerta para muchos y muchas jóvenes que se aventuran a tener relaciones sexuales sin protección. Cuando escribí esta poesía, no pude sostener las lágrimas, al saber que en más de una ocasión, he practicado sexo sin condón. Es hora de abrir los ojos y pensar en nuestras vidas. tener sexo es mejor con responsabilidad....
Fue un trece de febrero cuando yo la conocí
2:40 de la tarde cuando puso su mirada en mí
Entre tropiezos de miradas y sonrisas seductoras
El tiempo pasó volando… pasaron tres o cuatro horas
En una servilleta le mandé mi nombre y una frase
Mi nombre es Juan Ignacio y mi alma pide que usted la abrace
Sin pensarlo dos veces ella se acercó
Dijo… mi nombre es Martha Julia aunque usted crea que no
Me regaló un abrazo fuerte tentando al débil corazón
Me dio la dirección del apartamento, habitación 202
Dormí esa noche como un niño travieso
Esperando el 14 de febrero para poderle plantar un beso
Me sedujo la impaciencia y me levanté
Frente a la puerta de la habitación me paré y toqué
Me estaba esperando una mujer impaciente
Con una lencería rosada como quien espera a un cliente
Me cobijó en un abrazo y me llevó a la cama
Aquí las cosas se hacen como quiera querida dama
Me dio una dosis exacta de su placer empedernido
Mientras yo recordaba que había olvidado usar un preservativo
Me dio un escalofrío que tocó mi alma
Sin embargo seguí dominando la situación con extrema calma
Después de ese momento de lujuria ella se durmió
La acompañé en su vigilia y cuando desperté,… desapareció
Me había dejado solo, envuelto en un engaño
El tiempo me reclamó, dándome como castigo un regaño
Hoy, estoy sufriendo en la cama de un hospital
Esperando que venga la muerte y me lleve a su portal
lunes, 22 de marzo de 2010
domingo, 14 de marzo de 2010
UNA CARTA PARA MI PADRE
Hoy estoy frente al dolor que me acecha, sumergido en una mirada lúgubre, frente a las ansias de gritarle al mundo que sufro y contarle al tiempo mi desasosiego. A veces se me dificulta divulgar mis lágrimas, se me complica enredarme con la felicidad e intimar con mi verdad.
Me paré a que el tiempo fuera el dueño y compositor de mí sinfonía de angustias, justamente hoy empieza mi recital. No sé, si titular mi dolor como ¨un capricho¨ o bautizarlo como ¨el día que te distanciaste de mi¨.
Frente al reflejo de mi desolación me atrevo a describir mi dolor, mi llanto, mi angustia, mi todo.
Papá, te envío esta nota decorada con días grises, con la incertidumbre de poder vivir un mundo mejor y de postdata te envío un reflejo de mi agonía.
Hoy, lloro tu despliegue y el distanciamiento absoluto… pasé por la esperanza de tenerte frente a mí, poderte sorprender con un abrazo y consolarme en tus brazos que dejaron de mecerme en su regazo.
Le he sonreído a la vida con el temor de que me pillen en mi necedad de llorar e intercambiar lágrimas por llanto. Me detuve un instante a venerar mi nostalgia, dejé plasmadas estas letras que me sirven de alivio y me invitan a sentirme peor.
A veces siento la necesidad de rendirme y expresar mi desencanto que tanto me atormentó, la felicidad que tenía la secuestró tu partida. Entre las paredes del dolor y las esperanzas de poder encontrarte, quise escribirte esta carta, sin el afán de sentirme bien, sino de poder contarte mi padecimiento y que fueras testigo de mis inagotables lágrimas.
Ya estoy cansado papá, ¿Podrías darme una respuesta a mi desencanto? O ¿Podrías salir de ese agujero donde te sepultaron aquel 15 de octubre de 1990?
Solo quiero detallarte lo desagradable que es mi vida, lo inigualable que fueron tus pocos abrazos y lo inexplicable de tu alejamiento. Me invité a soñar, a esperarte en mi quimera, a someterme a la mentira para poder encontrarte y todo fue en vano. Hoy solo me queda esperar a que me reserves cupo a tu lado y que almacenes la lucidez para que me cuentes todo lo que pasaste sin mí.
Te quiero papá, disculpa mi inquietud y mi desencanto con la vida, espero verte pronto. Se despide tu hijo y el hijo del dolor.
Me paré a que el tiempo fuera el dueño y compositor de mí sinfonía de angustias, justamente hoy empieza mi recital. No sé, si titular mi dolor como ¨un capricho¨ o bautizarlo como ¨el día que te distanciaste de mi¨.
Frente al reflejo de mi desolación me atrevo a describir mi dolor, mi llanto, mi angustia, mi todo.
Papá, te envío esta nota decorada con días grises, con la incertidumbre de poder vivir un mundo mejor y de postdata te envío un reflejo de mi agonía.
Hoy, lloro tu despliegue y el distanciamiento absoluto… pasé por la esperanza de tenerte frente a mí, poderte sorprender con un abrazo y consolarme en tus brazos que dejaron de mecerme en su regazo.
Le he sonreído a la vida con el temor de que me pillen en mi necedad de llorar e intercambiar lágrimas por llanto. Me detuve un instante a venerar mi nostalgia, dejé plasmadas estas letras que me sirven de alivio y me invitan a sentirme peor.
A veces siento la necesidad de rendirme y expresar mi desencanto que tanto me atormentó, la felicidad que tenía la secuestró tu partida. Entre las paredes del dolor y las esperanzas de poder encontrarte, quise escribirte esta carta, sin el afán de sentirme bien, sino de poder contarte mi padecimiento y que fueras testigo de mis inagotables lágrimas.
Ya estoy cansado papá, ¿Podrías darme una respuesta a mi desencanto? O ¿Podrías salir de ese agujero donde te sepultaron aquel 15 de octubre de 1990?
Solo quiero detallarte lo desagradable que es mi vida, lo inigualable que fueron tus pocos abrazos y lo inexplicable de tu alejamiento. Me invité a soñar, a esperarte en mi quimera, a someterme a la mentira para poder encontrarte y todo fue en vano. Hoy solo me queda esperar a que me reserves cupo a tu lado y que almacenes la lucidez para que me cuentes todo lo que pasaste sin mí.
Te quiero papá, disculpa mi inquietud y mi desencanto con la vida, espero verte pronto. Se despide tu hijo y el hijo del dolor.
lunes, 8 de marzo de 2010
TRISTE DIA DEL PADRE
Inevitablemente tengo que aceptar que este mes, se celebra el dia del padre. Si alguien se me adelanta, llevenle esta copia de mi desasociego porfavor.
Cada mañana que abría los ojos, miraba como mi padre se desvelaba cubriendo mis sueños, se esmeraba por protegerme de las pesadillas y de las malas compañías, me sometía a su sermón matutino de siempre y me dedicaba parte de su vida.
Se tomaba el tiempo para enseñarme buenos modales como el significativo ‘buenos días” y el caluroso “te quiero por ser como eres”.
Me aconsejaba y le rendía tributo a mis mejores calificaciones y se esmeraba por saber más de mi, más de mi repentina actitud que había tomado de hombre sin recordar que simplemente era un niño.
Me acompañaba a supervisar la televisión, a elegir el mejor programa del cual podía aprender, hasta que un día el destino me sorprendió dándome la noticia que estaba en un hospital peleando con la muerte, producto del estrés que lo tenia de rehén en su trabajo.
La enfermera que lo atendía me preguntó:
¿Es él tu padre?, con lágrimas rodando por mis mejillas y con mis palabras entre cortadas le dije “si”, de repente vi como ella se le acercó a mi madre y le dijo algo al oído, algo que no supe de momento. Le dediqué mis oraciones al tiempo para que pudiera salir mi padre de esa cárcel que lo tenía atado a una rutinaria vida.
Mi madre desconsolada, salio del hospital pidiéndole a Dios que pudiera librar a mi padre de esa ingrata situación, sin embargo la vida no escuchó sus súplicas, sus palabras se marchitaban y un día del padre nos lo quitó.
Hoy cada día que abro mis ojos, veo el reflejo de las caricias que me daba, escucho a lo lejos los cánticos del viento que arrastran su sermón y veo en la televisión el programa que me permite aprender para saber más de lo que mi padre no me pudo enseñar.
Feliz día papá, aunque para mi sea muy triste
Cada mañana que abría los ojos, miraba como mi padre se desvelaba cubriendo mis sueños, se esmeraba por protegerme de las pesadillas y de las malas compañías, me sometía a su sermón matutino de siempre y me dedicaba parte de su vida.
Se tomaba el tiempo para enseñarme buenos modales como el significativo ‘buenos días” y el caluroso “te quiero por ser como eres”.
Me aconsejaba y le rendía tributo a mis mejores calificaciones y se esmeraba por saber más de mi, más de mi repentina actitud que había tomado de hombre sin recordar que simplemente era un niño.
Me acompañaba a supervisar la televisión, a elegir el mejor programa del cual podía aprender, hasta que un día el destino me sorprendió dándome la noticia que estaba en un hospital peleando con la muerte, producto del estrés que lo tenia de rehén en su trabajo.
La enfermera que lo atendía me preguntó:
¿Es él tu padre?, con lágrimas rodando por mis mejillas y con mis palabras entre cortadas le dije “si”, de repente vi como ella se le acercó a mi madre y le dijo algo al oído, algo que no supe de momento. Le dediqué mis oraciones al tiempo para que pudiera salir mi padre de esa cárcel que lo tenía atado a una rutinaria vida.
Mi madre desconsolada, salio del hospital pidiéndole a Dios que pudiera librar a mi padre de esa ingrata situación, sin embargo la vida no escuchó sus súplicas, sus palabras se marchitaban y un día del padre nos lo quitó.
Hoy cada día que abro mis ojos, veo el reflejo de las caricias que me daba, escucho a lo lejos los cánticos del viento que arrastran su sermón y veo en la televisión el programa que me permite aprender para saber más de lo que mi padre no me pudo enseñar.
Feliz día papá, aunque para mi sea muy triste
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