
Siempre supe que quería hacerle el amor a Lorena, aquella mujer de ojos verdes, con unas nalgas impecables, con unos pezones deseables y una boca, masticable. Ella nunca me hizo caso, pienso que fue porque ya tenía novio y yo no le parecía lo más confiable para desafiar el tiempo y perder el raite en el carro, los mejores restaurantes a los cuales visitaba con su novio, los mejores hoteles, y las mejores vacaciones. Yo, lo único que le podía dar era: Un par de besos con sabor a boca sucia, un buen revolcón y unas buenas nalgadas. Le insistía tanto, que un día por curiosidad me dio solamente 60 segundos para que hiciera lo que quisiera con ella….
En el primer segundo le quité la blusa, en el segundo, le quite el sostén, en el tercero, le desabroché el pantalón, en el cuarto le bajé el zíper, en el quinto, le bajé el pantalón, en el sexto le quité el hilo dental, en el séptimo, se me paró, en el octavo, se me bajó…. Simplemente porque pude darme cuenta que esa mujer, tenia tatuado al hombre de su vida en cada nalga, y si le hacía el amor por atrás, me daba la impresión que era ese hombre quien se comería todo este chingaste…