IRRESPONSABILIDAD PATERNAL

Doña Ana María se casó con Don Pedro, un tipo impecable, con los mejores dones de mujeriego, con una colección de mujeres en su haber y un ojo prodigioso para ver a las mejores féminas. Recién se casaron, planearon su primer y único hijo. Don Pedro rogaba a Dios para que fuese idéntico a él, si este era niño o si Dios lo premiaba con una hembra, que esta fuera idéntica a su madre, una mujer pacifica, cariñosa, con los mejores atributos de una mujer de hogar y una excelente esposa.

El tiempo les dio su mano, el reloj los acompañó en su andar y el calendario les contaba que en octubre serian la pareja más feliz. El 12 de octubre, doña Ana María empezó a sentir los dolores de parto, mientras los doctores la intoxicaban diciéndole que pujara y que no parara que el bebé estaba en camino y ya pronto conocería a su progenitor o progenitora, ya que nunca se hizo un ultrasonido porque quería que fuera una sorpresa.

Don Pedro invitó a varios de sus amigos a unas copas y a que celebraran que su hijo, seria idéntico al papá, un tunante de primera, un tipo que no desaprovecharía oportunidad con ninguna mujer, un macho completo. A las 3 de la tarde los doctores lo llamaron para notificarle que era el padre de un hermoso bebé. Eufórico se fue con sus amigos a la clínica y desde que vio a la esposa le dio un abrazo fuerte, un beso en la frente y le dijo: “Gracias por parir al hombre más codiciado por las mujeres”. El niño creció, fue a la escuela y cuando entró a la secundaria, era asediado por las mejores y más bonitas muchachas de todo el colegio. Su padre se llenaba la boca diciendo: “De tal palo está la estilla”.

A don Pedro siempre le gustaron las mujeres rubias, altas, con una cintura de barbie, con ojos azules, y con bustos enormemente apreciables. Un día en familia don Pedro le preguntó a su hijo que cuales eran sus gustos. Su hijo Manuel, quien ya tenía 19 años le confesó que le gustaban altos, con cuerpo de fisicoculturista, con una mirada entorpecedora y con las mejores intenciones……

Esa declaración hizo que Don Pedro se separara de su esposa, aquella mujer a quien juró amor eterno, a quien nunca comparaba porque no tenía comparación alguna. Hoy su hijo por su tendencia sentimental vaga por la vida sin un padre que lo escuche, solo su madre que siempre será aquella dama que Don Pedro siempre amó por sus atributos.